jueves, 22 de junio de 2017

FÚTBOL Y SOLIDARIDAD

Los que me conocen bien saben que amo el fútbol, quizás el deporte que más se parezca a la vida, como una metáfora perfecta de aquella vida...
También saben, los que me conocen, que soy partidario de un sistema social basado en el humanismo y la solidaridad, lo que implica obtener derechos de ciudadanía previos deberes como seres solidarios y humanos que somos...
Y entre los primeros deberes, más allá del respeto y de la libertad de los demás sin los que no tendríamos libertad ninguno de nosotros, está el de sostener los servicios públicos fundamentales para cohesionar aquella sociedad humanista y solidaria de la que formamos parte en libertad y que garanticen, aquellos servicios públicos, la igualdad de oportunidades, única igualdad en la que creo es posible alcanzar y sin la cual no existirá ninguna otra...
Desconozco el lío fenomenal del grandísimo jugador que es Cristiano Ronaldo para con la Hacienda española; de seguro que se explicará y hasta entonces, si ha cometido delito fiscal, no lo culparé. Siempre he defendido la presunción de inocencia, eso que tanto se vulnera en las Españas de los traidores como arma arrojadiza entre ellos. Pero sí sabemos con certezas que el fútbol español e internacional está lleno de corruptelas desde hace ya demasiado tiempo...
Y no vale hacerse notar con campañas de ayuda a niños de África -u otro tipo de acciones solidarias- vía fundaciones y sponsors que las financian para desgravar a las arcas públicas y dando una imagen de benefactor, que de seguro lo son aquellos jugadores estrellas y aquellas organizaciones, pero previamente hay que cumplir con el deber cívico de ciudadano decente cual sostener financieramente al Estado en la proporción que por ley le corresponda, aquellas proporciones que se necesitan para financiar los servicios públicos universales y gratuitos que buscan la igualdad de oportunidades independientemente de nuestro origen y/o riqueza material...
Mientras tanto no pongo nombres, pero sí exijo transparencia y prontitud en estos asuntos que tanto daño hacen, sobre todo si al final de todo es mentira y hay una razón. De no haber aquella razón, que actúe la justicia conforme a la ley, aquella ley ante la que todos aspiramos a ser iguales...

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